"La servidora repartió mis joyas y los adornos más valiosos de mi cámara entre los verdugos y los guardianes de las mazmorras –que nunca salían de los sótanos del palacio pero sentían igual las necesidades del cuerpo, y con las joyas y las riquezas bien podrían comprar los servicios de esclavas bailarinas- y gustosamente se pusieron a las órdenes de ella, que les mandó que le abrieran la celda de la vascona muerta y que miraran para otro lado, y que podían, por cierto, igual taparse las narices, les dijo, pues el cuerpo enclenque y a maltrecho de la concubina llevaba cadáver tres días y empezaba a oler mal."
La estirpe de la mariposa, Magdalena Lasala.
Seguimos con las historias de
ungüentos y perfumes.
Hacia el año 1000, Avicena consiguió aislar los aceites esenciales de las plantas por medio de las destilaciones, lo que facilitó el comercio y el transporte de las sustancias cosméticas. Para mejorar el aroma se añadían algunas sustancias animales, estas en estado natural son malolientes, pero profundizan, mejoran y resaltan los aromas principales de un perfume, los más utilizados fueron el almizcle, el ámbar, la algalia y el aceite de castor.
Los hispanomusulmanes eran amantes de la limpieza, probablemente por la obligación religiosa de lavarse antes de orar. Después del baño, la costumbre era perfumarse. Se cuenta que “el emir Omega Alhaken I, en medio de una batalla, pidió a un paje que lo perfumará con algalia, para que en caso de morir su cabeza se distinguiera de las de sus soldados”.
Las mujeres se pintaban las uñas con alheña y mascaban goma perfumada para aromatizar el aliento.
En el siglo XIV Henri de Mondeville, médico normando, escribió un tratado en el que separaba y distinguía el tratamiento médico de los problemas patológicos de la piel con los cosméticos de finalidades estéticas.
En el Renacimiento se volvió a la ostentación y lujo, aumentando el consumo de afeites y perfumes. En el siglo XV hay una explosión del lujo femenino, que lleva a admirar los muchos y variados trajes, joyas, afeites, perfumes que han sido preparados con exquisitos y exóticos productos que llegan de Chipre, de la India… gracias al auge del comercio. Se le da mayor importancia y realce a la vida terrenal.
Los hispanomusulmanes eran amantes de la limpieza, probablemente por la obligación religiosa de lavarse antes de orar. Después del baño, la costumbre era perfumarse. Se cuenta que “el emir Omega Alhaken I, en medio de una batalla, pidió a un paje que lo perfumará con algalia, para que en caso de morir su cabeza se distinguiera de las de sus soldados”.
Las mujeres se pintaban las uñas con alheña y mascaban goma perfumada para aromatizar el aliento.
En el siglo XIV Henri de Mondeville, médico normando, escribió un tratado en el que separaba y distinguía el tratamiento médico de los problemas patológicos de la piel con los cosméticos de finalidades estéticas.
En el Renacimiento se volvió a la ostentación y lujo, aumentando el consumo de afeites y perfumes. En el siglo XV hay una explosión del lujo femenino, que lleva a admirar los muchos y variados trajes, joyas, afeites, perfumes que han sido preparados con exquisitos y exóticos productos que llegan de Chipre, de la India… gracias al auge del comercio. Se le da mayor importancia y realce a la vida terrenal.
Más ideas . . .
Recuerda que las cestas Flor de Limón se personalizan y se preparan a medida. Un detalle diferente y original, que sorprenderá y hará sentir muy especial.
Jabón natural de glicerina y leche de burra,
jabón natural de canela, naranja y miel
y jabón natural exfoliante de lavanda y miel.
jabón natural de glicerina y extracto de propóleo;
jabón natural de rosa mosqueta y glicerina;
jabón natural de aloe vera y glicerina;
jabón natural de leche de burra y glicerina.
El jabón de leche de burra y glicerina:
Suaviza la piel ayudándola a mantener su elasticidad, hidratación y tono natural. Contiene ácido láctico, lactosa y aminoácidos, proteínas, sales minerales y oligoelementos que participan en la construcción de los tejidos.
Suaviza la piel ayudándola a mantener su elasticidad, hidratación y tono natural. Contiene ácido láctico, lactosa y aminoácidos, proteínas, sales minerales y oligoelementos que participan en la construcción de los tejidos.
El jabón de rosa mosqueta y glicerina:
La rosa mosqueta contiene acido linoleico, oleico y araquidónico, los cuales son vitales para la defensa celular y renovación de la piel. La acción conjunta con la glicerina hace que este jabón sea indicado para pieles deshidratadas, castigadas y que necesiten regenerarse.
Para saber más sobre las propiedades de los jabones naturales consulta las entradas del blog del mes de JULIO sobre "LOS JABONES NATURALES VEGETALES" y "PROPIEDADES DE LOS JABONES NATURALES".
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Disfruta de tu tiempo
y no olvides cuidarte.
Flor de Limón
Gracias Flor por esta entrada. Es un blog estupendo que me encanta leer, mirar y remirar. Me está enseñando muchísimas cosas del mundo del jabón, entre otros. Confieso que me ha enganchado. Y la cantidad de combinaciones para regalos que puedes ofrecer con tus productos. Es genial y original, sin duda.
ResponderEliminarTodo un descubrimiento. Muchas gracias, de verdad, de corazón.
Sin duda lo paso a mis amistades.
Alicia